
Según el gobierno, casi 2.000 civiles fallecieron en diciembre a causa de lo que se denominó "violencia terrorista", elevando el total de muertos en el 2006 a más de 12.000.
Llevar un registro preciso de los caídos en medio del caos que reina en Irak es muy difícil. De todos modos, las cifras del ministerio del Interior provocan escalofríos.
En enero pasado murieron en Irak unos 550 civiles a raíz de la violencia. Para diciembre, el total de muertos había trepado a casi 2.000.
Eso hace de diciembre el mes más sangriento del 2006, que también fue el año más sangriento desde el inicio de la invasión.
Lo que las cifras no muestran
Pero estas cifras subestiman la verdadera dimensión del conflicto.
No incluyen, por ejemplo, a las personas que fallecieron más tarde a causa de sus heridas. Ni a los que sucumbieron por enfermedades que podrían haberse tratado si el sobrecargado sistema de salud funcionara correctamente.
Otras agencias, como Naciones Unidas y el portal "Iraq Body Count", señalan que el total de muertos es bastante más alto.
A pesar de las dificultades para registrar el número exacto de fallecidos, la tendencia al alza es bastante clara, y se apoya en evidencias aportadas desde el terreno.
Cada mañana, la policía recolecta cadáveres de los sumideros de la capital -casi siempre alrededor de 40, 50 o 60 cuerpos-, todos víctimas de la violencia entre facciones sunitas y chiitas.
Los enfrentamientos sectarios ahora han sobrepasado a la lucha de la insurgencia contra la ocupación, y constituyen la causa más importante del derramamiento de sangre.
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