Esta ultima vez que fui a Tepic a ver a mi padre pase por un Internado juvenil. Yo siempre quise estar en uno, a pesar de que mi madre amenazaba a uno de mis hermanos por portarse mal yo lo deseaba para mi. Pensaba que tal vez ahí uno se hacia de carácter recio y fuerte. Envidiable tal vez. O quizá de que ahí uno agarraba sabor a la vida y le daba el valor que realmente se merece.
Leí novelas acerca de eso. Internados, y siempre me sentí el personaje principal, lo interesante de ello, es que el protagonista trata de huir de el, a pesar de narrar los mejores momentos que le pudieron haber pasado en ese lapso de su vida. Suena un tanto misterioso. Siempre quise vivir aventuras, peleas, escondidas, travesuras tremendas, pero solo llegue a fantasearlas a través de la ventana y dentro de las hojas de mis novelas.
Estos personajes eran solitarios por sus familias, es decir, abandonados de su cuidado, mas no totalmente. En ocasiones llegue a sentirme como tal, no culpo a mis padres. Comprendo que mi madre tuvo que tener una vida difícil para darnos todo lo que le pedíamos y mi padre de vez en cuando hacia lo que se espera de un buen padre. Pero vamos, nadie es perfecto. Ni el ha sido el padre que quise y estoy casi seguro que yo no soy el hijo que el quizo, pero como no tengo ningún otro padre, no me queda mas que amarlo tal y como es, olvidar en lo que me ha fallado y tratar de darle mi apoyo cuando lo necesite.
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